Mientras los asentamientos de los alrededores están constantemente bajo asalto, Thraben y su inmensa Catedral permanecen relativamente a salvo. Pequeñas ciudades crecen alejándose de Thraben en los páramos rocosos de Gavony. Pequeños grupos de árboles manchan el paisaje de colinas y brezales.
Con la desaparición de Avacyn, geists de los muertos se levantan de a montones para atormentar a los vivos. Como aquí hay más muertos enterrados que en cualquier otro lado, Gavony está plagada de crecientes hordas de muertos vivientes. Llamamuertos y cosedores de skaab llevan a cabo su comercio impío dentro de los muros de Thraben mientras cultos secretos conspiran y sirven a poderes demoníacos.
Mikaeus, el reverenciado Lunarca, intenta mantener a los ciudadanos calmados, pero es una mota de polvo comparado con la luz de Avacyn. Sin la gracia y la guía del arcángel, su poder mengua, y depende demasiado de los guerreros sagrados de Thraben que luchan contra los licántropos y vampiros con acero y plata. Mikaeus intenta frenéticamente resolver el misterio de la desaparición de Avacyn, pero la oscuridad se aproxima y el tiempo se acaba.
La provincia de Stensia
La provincia de Stensia es la más oscura de Innistrad, tanto literal como figuradamente, pero también la más inexplorada y la más legendaria. Sus valles van desde campos de pastoreo a pantanos siniestros donde coníferas muertas se hunden lentamente. Sus tierras boscosas, atravesadas por una densa niebla, muestran colores verde oscuro, púrpura y grisáceo. Sus montañas índigo y negro desaparecen en las nubes, y los humanos sólo pueden imaginar qué habitará en sus picos velados. El sol pareciera nunca poder atravesar las coloridas nubes en Stensia.
Los poderes que gobiernan en Stensia, las líneas vampíricas, recogen los beneficios del aislamiento de la región. La cadena montañosa de la Cima Geier que domina la provincia separa los valles unos de otros, haciéndolos más fáciles de monitorear y controlar. Los sufrientes humanos de Stensia tienen una lealtad irracional con su hogar, pero a rigor de verdad, tienen pocas opciones; están atrapados entre los estrechos pasos montañosos de la provincia y atados a sus vidas de costumbres y reuniones.
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